9 de marzo de 2016

Una sala, un restaurant, un mar, un mundo.

Me puse el delantal, escribí sobre una hoja unos cuantos platillos sencillos, con su respectivo precio. Con atuendo del día a día, jeans y pelo suelto, zapatos cómodos, ni una gota de maquillaje, ¡ah! corrijo, sombra en los ojos y rímel en las pestañas (ese día por la mañana fui a trabajar), me dispuse a recibir a los comensales más importantes que han llegado a mi restaurant. 
Se sentaron en la mesa de centro de la sala, cada uno en su taburete, vieron el menú, para ser exacta uno lo leyó y el otro escuchó. Eligieron sus platillos, y tomé la comanda con mi delantal puesto, mi libretita pequeña en la mano, y un largo día a cuestas. "Mientras esperan sus alimentos les dejo estas crayolas y hojas" les dije mientras ambos me miraban con esos ojos de asombro que gritan en silencio "¡Mamá, ¿cómo se te ocurrió eso?!".
Corrí a la habitación de  uno de ellos, abrí el cajón de  las "masitas", aplasté, ¡sí! literalmente aplasté, unos trozos de masa naranja a modo de pan de hamburguesa, otro tanto de color negro a modo de carne, corrí a la alacena por unos platos y vasos, "serví" las hamburguesas sobre los platos, saqué mi charola de plástico, esa nada elegante que suele estar guardada por largos meses, recogí los dibujos y las crayolas, y coloqué sus platillos sobre la mesa. 
Para ese momento, la emoción de mis críos era enorme, el mayor reía y juntaba sus manos una y otra vez casi aplaudiendo, el menor sonreía con esos ojos hermosos a través de los cuales su alma suele asomarse. La magia había sucedido, ellos simulaban morder sus hamburguesas, y mi corazón se iba ensanchando y llenando de gozo. 
Recogí los platos sucios, ofrecí postre y café, y corrí a la habitación para convertir esos trozos de carne en rebanadas de pastel de chocolate. Mientras hacía la cuenta de su consumo, alcancé a escuchar a Alejandro diciendo a su hermano: "¡Nos van a traer dulces junto con la cuenta!". Para no decepcionarlo corrí a la caja de dulces, saqué unos cuantos, y los coloqué sobre la mesa junto con la cuenta. La felicidad había iluminado ya el restaurant completo. 
Devolví la charolita de la cuenta con unas cuantas monedas, y los comensales más importantes que ha tenido mi restaurant no dejaron ni un peso de propina, ¡la olvidaron! Sólo se marcharon, brincando y gritando. 
Volví hacia adentro de mí, había un hoyo, un hoyo grande que empezaba a llenarse de algo. Algo muy parecido al agua de un mar cristalino y azul turquesa, algo muy parecido a una noche llena de estrellas, algo como un columpio tocando un lado y otro del mundo, algo como... ¡alegría, sí! Una alegría tan grande, que llenó el hoyo, y se derramó, y empapó mi alma, ¡y el restaurant completo! La inundación era tal que era difícil distinguir las aguas de tres mares. 

Y entonces ese espacio fue no sólo una sala, ni un restaurant, ni un mar. Ese espacio fue mi mundo, el más hermoso mundo que construyo en instantes con mis más pequeños maestros. 

22 de enero de 2016

Agua...

Agua.
Silencio.

Respiro.
Me muevo.
Vuelo.
Canto.
Siento.

Sonrío.

Sí, la liberad existe.
Sí, la felicidad también.
Su morada es el agua.

21 de enero de 2016

Lo mismo que no es igual.

Como aquéllos que dejan su tierra para que otra los adopte, y al volver miran todo diferente, y también igual...
Como las mariposas que dejan la crisálida, y al hacerlo saben que son diferentes, y las mismas...
Como las serpientes que dejan la piel vieja dando la bienvenida a una nueva....

Así yo, hace un par de días, releyéndome aquí.

Ha sido interesante volver a este lugar, tan íntimo, tan mío. Recorrer, a través de las palabras, los caminos andados, los rincones de mi alma. Sin duda soy la misma, y no igual. Hay cierto gozo, discreto y delicado, de saberme recorriendo el mismo camino, y un camino diferente.

El dolor está, sé que estará siempre, y ya no está a flor de piel. La herida ha cicatrizado, la cicatriz se nota a primera vista en el cuerpo, y en el alma sólo pocos alcanzan a notarla, y yo he vuelto a bailar, a sonreír, a viajar, a abrazar. El camino fue desértico, obscuro, sinuoso, difícil. Hoy es mucho más luminoso, y sinuoso también, y ha sido todo un reto andar este camino con nuevos paisajes, nuevos zapatos, diversos terrenos. El ritmo ha cambiado, cambia de un momento a otro, dictado por pasitos pequeños que corren por la casa, dictado por las tareas escolares, el parque, la alberca, el consultorio.

Ahora tengo tres hijos, uno guardado en el alma, los otros dos también en el alma, y brincando por los sillones, riendo a carcajadas, aprendiendo y creciendo. Y ahí estoy, celebrando sus palabras nuevas, sus letras, sus andares. Mirando el camino andado y el que falta por recorrer..... sabiendo que soy la misma, y todo diferente.

25 de febrero de 2013

En tu honor, Papá

En honor a tí, a tu valentía. En honor a todo lo que aprendí de tí. En honor de quien hoy eres gracias al que has sido. En tu honor y con el profundo agradecimiento por leerme, por darnos la oportunidad de aprender juntos, por esa infinita confianza que tienes en mí. En tu honor, vengo aquí de nuevo a escribir.

18 de marzo de 2011

Vuelvo aquí...

Vuelvo aquí porque no tengo a dónde más volver.
Vuelvo aquí porque quiero despertar este espacio otra vez.
Vuelvo aquí porque hoy cumplo un año más, y quiero dejar constancia de que he vuelto a sonreír.
Vuelvo aquí, y volveré.

24 de septiembre de 2010

¡Un año, mi Niño!


Gracias, mi niño guapo, por estar en mi vida. Cada momento a tu lado me ha enseñado algo de tí, de mí, de nuestra relación.
Tu primera muestra de habilidad sin duda la dieron tus pulmones, y me hizo tan feliz escuchar tu llanto al nacer. La segunda muestra fue de tu boca, tu asombrosa capacidad de pegarte a mi pecho y alimentarte. El principio fue mucho más fácil de lo que sospeché, y eso me llenó de confianza y de una gran dicha. No ha habido nada más hermoso que saberme tu mejor fuente de alimento.
Tu pequeñez y fragilidad de los primeros meses me enseñaron de nuevos ritmos, de sutilezas, de olvidarme de prisas y vivir el más puro "aquí y ahora".
Tu capacidad de fortalecer tus músculos y sostener tu cabeza me ayudó a aprender de tenacidad y de paciencia, y principalmente descubrí lo delicioso de traerte entre mis brazos y presumirte a todo el mundo. ¡Ya podías ver el mundo desde mis brazos!
Tu hermosa carita, llena de sorpresa y de gusto, ante tu primer bocado de alimento sólido me hizo recuperar la capacidad de asombro y me ha hecho sentir tan privilegiada de ser testigo de tu "primera vez" con cada alimento. He disfrutado tanto verte probar mamey, aguacate, chícharo, pera, plátano, queso amarillo.
Tu primer "no" fue una gran lección para mí. Te negaste a tomar lo que no te gustaba, y fuiste un gran maestro.
¡Rodar! Qué sorpresa mirar cómo de pronto, aparentemente sin preparación alguna, fuiste capaz de girar tu cuerpo y de balancear tu peso para liberar ambas manos. A esa habilidad se han sumado muchas otras, ahora sabes el tipo de suelo que te sostiene y cuidas tu cabeza de posibles golpes, avanzas con tus manos para lograr mayor precisión en tus movimientos. Mueves tu mano para decir adiós, señalas tu cabeza, dices sílabas, gritas, masticas, bailas, tocas sonajas y demás fuentes de sonido, "llamas" a la abuela, giras tu cabeza de un lado al otro (no sé con qué fin, pero ¡ah, cómo nos divertimos con eso!). Eso me ha enseñado de tenacidad, de pequeños y sutiles logros que acumulados se convierten en un gran logro. Y ha sido también duro descubrir lo difícil que ha sido para mí aprender a enseñarte.
En fin, hay tantas cosas que me has enseñado, hay tantas cosas que he descubierto gracias a tí, que no puedo más que sentirme agradecida por tu presencia en mi vida. Me has llenado de alegría, de razones para moverme, has puesto día a día un gran espejo frente a mí, me has llenado de pretextos para sorprenderme, para bajar el ritmo, para contemplar, para guardar silencio, para hacerme preguntas y para no tener respuestas.
Gracias, mi niño adorado.
¡Feliz cumpleaños!


16 de junio de 2010

Leonardo


En el silencio, tú.
En el vacío, tú.
En la música, tú.
En el siempre, tú.
En cada mañana, tú.
En los colores, tú.
En mi corazón, tú.
En el blanco, tú.
En el amor, tú.
En el agua, tú.
En el recuerdo, tú.
En el nunca más, tú.
En cada lágrima, en el dolor profundo, en las preguntas sin respuesta, tú.
En la alegría, en las certezas, en la duda, tú.
Tú, en cada momento, en cada fecha.
Tú, en cada día.
Tú, en dos largos años.
Tú... siempre.


16 de marzo de 2010

A dos días...

Faltan dos días para mi cumpleaños, y sigo sin tener tiempo para detenerme y escribir. Hay tanto que escribir. Ni modo, no hay de otra, será así:
Mi Mami murió. Mi hijo estrena dos dientes. Mi madre está más cerca que nunca. Mi padre sigue igual. Mis sobrinos llenan los instantes de alegría, de ternura, de alegría. Algunos amigos se han ido, otros han vuelto, y extraño a otros más. Mi querido amigo está triste y tranquilo, y quiero estar cerca de él. Mi hijo aceptó la fórmula. Mi Poggibonsi trabaja, y trabaja, y trabaja, y trabaja... Extraño a mi Mami. Pañales Etapa 2. Se acerca mi cumpleaños, ¿qué quiero de regalo? Me urge irme a nadar. Mi espalda pide a gritos un masaje. Extraño a mi Poggibonsi. Disfruto tanto la cercanía de Eli. Las comidas de los martes me llenan de alegría. Volví al trabajo y estoy feliz. Querétaro, San Gil, pan del "Hornito", semillas de Alholva, mantecado. JM crece. Amo mi trabajo. ¿Volverá mi vientre a la normalidad? La duda me ha torturado. Sigue doliendo tanto la ausencia de Leonardo. Extraño mi libertad. Mi hijo ya sabe activar el pulpo, y voltearse para quedar boca arriba, y jalar cosas, y toma del biberón. Quizás empiece el destete. Extraño tanto tomar un libro y tener suficiente tiempo para leerlo de principio a fin. La hora del baño cambió, y parece que está mejor así. Se acerca el inicio de las papillas. ¿Seré capaz de entrenarme lo suficiente para cumplir mi meta de este año? Empiezan las siestas en su habitación. Horquilla, gancho, estambre. Extraño tanto a mi Poggibonsi. Empieza el calorcito. El jueves me voy a nadar. Tengo tanto que hacer de la tesis y tan pocas ganas. Mi Consen va mejorando poco a poco. Mi alcatraz floreó. Sol, bendito sol. Quiero un jugo de naranja, y un fondue, y una copa de buen vino. Quiero ir al cine.

10 de enero de 2010

Adorable diablito

8 de enero de 2010

De vuelta por aquí

No, no es fácil volver por acá. No es fácil re-leer mis letras y encontrarme con que durante mucho tiempo, mucho, este espacio estuvo dedicado casi completamente a Leonardo. Primero a su aparición en mi vida y todo lo que ésto despertó en mí, y luego al profundo dolor de su corta estancia en este mundo.

El tiempo ha pasado, y volver a escribir en este espacio ha sido muy difícil. Al principio no tenía mucha idea de lo que podría estarlo dificultando, pero creo que empiezan a aparecer algunas respuestas.

Me siento un poco tonta aceptando abierta y públicamente esto, pero necesito nombrarlo: me siento desleal siendo tan feliz, es como si de cierta forma al volcar todo mi amor a mi segundo hijo, olvidara que el primero existió. Y mientras lo escribo también vienen a mi mente los cientos de momentos en los que he amamantado a mi hijo, le he cambiado el pañal o nuestras miradas se han cruzado, y le he dedicado a Leonardo un pensamiento, un recuerdo, cientos de lágrimas. He lamentado tantas veces no haber podido hacer todas esas cosas con Leonardo, no haberlo conocido, ni siquiera saber si su hermano se parecería a él.

Desde que Alejandro nació, Leonardo ha estado más presente. Desde entonces he notado en la mirada de mi gente, en sus palabras, en su silencio, que Leonardo está presente, que al darle la bienvenida a Alejandro también piensan en que no pudieron dársela a Leonardo. Yo misma, en el momento en que Alejandro nació, unos segundos antes de que lo escuchara llorar (nunca antes un llanto así me había llenado de tanta felicidad), Leonardo estaba en mi mente, y en silencio imploraba con fuerza, con el cuerpo temblando de miedo y de confianza, que esta vez la historia se escribiera diferente. Y cuando Alejandro llegó a mi habitación, así, chiquitito, frágil, tierno, bien peinadito, Leonardo estuvo presente para todos los que estábamos ahí, hicimos un largo silencio, un silencio lleno de respeto y de melancolía, y lloré, lloré largamente la ausencia de mi hijo matizada ahora por la presencia de Alejandro.

Esa fue la primera vez que estuvieron juntos mis dos hijos, con Alejandro en mis brazos y en mi corazón, y Leonardo sólo en mi corazón, lloré con fuerza a Leonardo, lloré con fuerza el contraste, lloré con fuerza la alegría, lloré con fuerza las nuevas páginas en blanco, lloré con fuerza el punto final. Lloré con fuerza mis primeros pasos fuera del hospital, con los brazos llenos de mi pequeño, de su calorcito, de su pequeñez, de su milagro.

A esa primera vez han seguido muchas otras, cientos de lágrimas han rodado por mi mejilla y caído sobre Alejandro mientras él se alimenta y me mira fijamente a los ojos. Cientos de lágrimas han nublado mi vista mientras cambio un pañal enmedio de la noche. Cientos de lágrimas han humedecido la ropa que Leonardo heredó a su hermano.

Y así, con lágrimas, quiero ir abriendo este espacio a Alejandro, quiero ir haciéndolo suyo, él también tiene derecho a ocupar líneas y palabras. Sé que para mí, y muy seguramente para quien siga leyéndome, la ausencia de Leonardo estará presente en cada palabra dedicada a Alejandro. Esa es mi historia, esa fue la historia de Leonardo, y esas son algunas de las páginas de la historia que Alejandro irá escribiendo.

2 de octubre de 2009

La vida es justa


Sí, la vida es justa, no hay duda. Después de tantas lágrimas, de tanto dolor, de andar un largo camino, hoy amanezco al lado de mi marido y mi hijo, mi segundo hijo, haciendo sus ruiditos matutinos y pidiendo de comer.
No, no esperaba que se me compensara por lo vivido y dolido, tampoco espero que la balanza siempre esté equilibrada, es sólo que compruebo (de algún modo siempre lo supe), que la vida es buena, que siempre hay cosas maravillosas para mí.
Hoy celebro diez años "oficiales" al lado de mi Poggibonsi, y lo celebro con mi hijo pegado al pecho, agradeciendo TODO lo vivido en estos años. Y pienso en mi primer hijo también, y lo extraño, y lo bendigo, donde quiera que esté. Ambos son consecuencia de estos diez años de hermoso camino.
¡Que vengan otros diez, y otros diez, y todos los que la vida me regale al lado de este hombre!

12 de septiembre de 2009

SE BUSCAN

No, es una lástima pero no, mis palabras no han regresado aún.

¿Alguien las ha visto por ahí?

No son muchas, tampoco muy brillantes, mucho menos poéticas, pero son mías, sólo mías, y las necesito.
Por favor, si alguien las encuentra avíseme. Esto de estar llena de tanto y no poder encontrar palabras para traducirlo me hace sentir atrapada, limitada, cortita.
Las extraño, mucho. Como también extraño las palabras de muchos más.
En fin, parece que este espacio se ha quedado sin palabras, por ahora.
Ya vendrán mejores tiempos para la escritura (espero)...

29 de agosto de 2009

Que Dios bendiga a Dios

Hace varios meses que mis palabras se han ido, o tal vez se han quedado cortas. Hace varios meses que las emociones se agolpan y dejan poco espacio para la lucidez, las ideas, la escritura. Hace varios meses que para lidiar con el miedo he llenado mi agenda de actividades y mi lista de pendientes sigue siendo mayor que mis habilidades para resolverlos.

Hoy este texto de Sabines ha caído en mis manos, y más que nunca adquiere un sentido importante para mí. Hago uso de sus palabras, para intentar llenar el enorme hueco que han dejado las mías...
"Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe de manos.

Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida -no tú ni yo-, la vida, sea para siempre.

Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿qué importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.

A mí me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho -frente al ataque de los antibióticos- bacterias mutantes!

Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores y pinta el cielo de manera increíble.

Mueve una mano y hace el mar, y mueve otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.

Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra la que cambia -se agita y crece- cuando Dios se aleja.

Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.

A mí me gusta, a mí me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios."

Jaime Sabines, "Me encanta Dios"

16 de junio de 2009

En memoria de Leonardo

A un año de tu muerte, ninguna palabra es suficiente para describir lo que ha sido andar cada paso de este largo camino. Sin duda el tiempo sana, al menos eso parece a juzgar por la fuerza que he recuperado, por mi capacidad para volver a trabajar, a reír, incluso a bailar y a viajar. También las lágrimas de otros, sus abrazos, su cercanía, sus palabras, su mirada han ayudado a ir sanando.

Y hoy, justo hoy, me he quedado sin palabras, afortunadamente aún tengo estos recuerdos, y la promesa de que voy a extrañarte aunque se abra más la herida... y aunque mi vida siga y siga.



Andrés Cepeda, "Voy a extrañarte"

5 de junio de 2009

Dolor

Los días pasan, la fecha se acerca, y el dolor se ha ido haciendo más profundo, más obscuro, más intolerable, más ensordecedor.
¿Acaso hay forma de que esto fuera diferente?

16 de mayo de 2009

Once Meses

Desde tierras lejanas, donde mis pasos andan por suelos que nunca antes habían pisado, tu ausencia sigue siendo presencia.
Con los acordes de una guitarra que parece llorar y la fuerza de la voz de un cantaor, mi corazón sigue llorando.
Todo duele, sigue doliendo igual que el primer día.
Y todo brilla, y suena, y huele y sabe diferente desde acá.
Hoy, también, te extraño, te lloro, y bendigo la vida que tengo al lado de tu padre y de tu hermano que se mueve dentro de mi vientre.
A once meses, y muy lejos de casa, sigue doliendo tu ausencia.

28 de abril de 2009

Dividida

Con la emoción de estar en un lugar nuevo, una parte de mi corazón brinca de gusto, y la otra se ha quedado en mi patria, acompañando a todos aquellos que habiendo hecho planes de estar conmigo, han vuelto a dormir en sus camas...

26 de abril de 2009

Es un niño!!!!

Bienvenido, Alejandro!!!!
De nuevo, bienvenida la aventura y el misterio.

21 de abril de 2009

Flores


Hoy, mi querido Poggibonsi, vuelves a sorprenderme. Un hermoso ramo de flores moradas, y detrás del ramo tu rostro sonriente y amoroso.
Soy afortunada, no sólo por las flores o por el detalle, sino porque todas las mañanas despiertas a mi lado.

16 de abril de 2009

Diez meses sin tí

No te olvido Leonardo, y no olvido las fechas.
Hoy son ya 10 meses de ausencia, de dolor, de vacío.
Hoy son ya 10 meses de caminar, paso a pasito, con tu ausencia acompañándome siempre.
Hoy son ya 10 meses que la vida me ha regalado para seguir caminando, a pesar del vacío que dejaste.
Hoy planeo un viaje, un taller en un congreso, y tengo vida en mi vientre otra vez. Eso pinta de colores muchos de mis días. Pero nada de eso llena el vacío que dejaste, y tu lugar sigue ahí, intacto.
Fuiste el primero dentro de mi vientre, y eso no cambia nunca.

10 meses ya, y sigo llorándote como si fuera el primer día.