24 de septiembre de 2010

¡Un año, mi Niño!


Gracias, mi niño guapo, por estar en mi vida. Cada momento a tu lado me ha enseñado algo de tí, de mí, de nuestra relación.
Tu primera muestra de habilidad sin duda la dieron tus pulmones, y me hizo tan feliz escuchar tu llanto al nacer. La segunda muestra fue de tu boca, tu asombrosa capacidad de pegarte a mi pecho y alimentarte. El principio fue mucho más fácil de lo que sospeché, y eso me llenó de confianza y de una gran dicha. No ha habido nada más hermoso que saberme tu mejor fuente de alimento.
Tu pequeñez y fragilidad de los primeros meses me enseñaron de nuevos ritmos, de sutilezas, de olvidarme de prisas y vivir el más puro "aquí y ahora".
Tu capacidad de fortalecer tus músculos y sostener tu cabeza me ayudó a aprender de tenacidad y de paciencia, y principalmente descubrí lo delicioso de traerte entre mis brazos y presumirte a todo el mundo. ¡Ya podías ver el mundo desde mis brazos!
Tu hermosa carita, llena de sorpresa y de gusto, ante tu primer bocado de alimento sólido me hizo recuperar la capacidad de asombro y me ha hecho sentir tan privilegiada de ser testigo de tu "primera vez" con cada alimento. He disfrutado tanto verte probar mamey, aguacate, chícharo, pera, plátano, queso amarillo.
Tu primer "no" fue una gran lección para mí. Te negaste a tomar lo que no te gustaba, y fuiste un gran maestro.
¡Rodar! Qué sorpresa mirar cómo de pronto, aparentemente sin preparación alguna, fuiste capaz de girar tu cuerpo y de balancear tu peso para liberar ambas manos. A esa habilidad se han sumado muchas otras, ahora sabes el tipo de suelo que te sostiene y cuidas tu cabeza de posibles golpes, avanzas con tus manos para lograr mayor precisión en tus movimientos. Mueves tu mano para decir adiós, señalas tu cabeza, dices sílabas, gritas, masticas, bailas, tocas sonajas y demás fuentes de sonido, "llamas" a la abuela, giras tu cabeza de un lado al otro (no sé con qué fin, pero ¡ah, cómo nos divertimos con eso!). Eso me ha enseñado de tenacidad, de pequeños y sutiles logros que acumulados se convierten en un gran logro. Y ha sido también duro descubrir lo difícil que ha sido para mí aprender a enseñarte.
En fin, hay tantas cosas que me has enseñado, hay tantas cosas que he descubierto gracias a tí, que no puedo más que sentirme agradecida por tu presencia en mi vida. Me has llenado de alegría, de razones para moverme, has puesto día a día un gran espejo frente a mí, me has llenado de pretextos para sorprenderme, para bajar el ritmo, para contemplar, para guardar silencio, para hacerme preguntas y para no tener respuestas.
Gracias, mi niño adorado.
¡Feliz cumpleaños!


No hay comentarios: