28 de noviembre de 2008

Cuando la maestra se convierte en alumna...

10 de octubre de 2008.
Para no variar, llego corriendo, exactamente a las 5 de la tarde cruzo la puerta del salón, con el corazón agitado y pendiente del reloj. Empiezo a mirar. Encuentro rostros familiares, otros completamente nuevos. La excitación va creciendo poco a poco. Y después de unos minutos decidimos empezar con el taller.
Muchas y muy variadas expectativas. El temor de siempre: ser evaluados, no hacer un buen trabajo, no saber qué hacer, no hacer buenas hipótesis, no distinguir entre el proceso y el contenido.
Y ahí estoy, frente a un grupo que espera mucho de mí, y a quien estoy dispuesta a "enseñar". Sus expectativas me emocionan, me motivan, me invitan, me retan.
Y hago un enorme despliegue de habilidades, de recursos, de sugerencias, de teorías. Creo que eso lo hago bien, y lo disfruto tanto. Y con cada sugerencia, teoría o recurso, alimento mi idea de que soy yo quien viene a facilitar el aprendizaje. Qué utopía!
Con cada intervención de alguien me siento invitada a profundizar, a apoyar. Y conforme avanza el tiempo con ellos descubro que mis "alumnos" van encontrando el apoyo y la fuerza suficientes para arriesgarse, para equivocarse, para probar. Y con cada riesgo que se toman me invitan a dar más, a apoyar mucho más esos pasos que dan.

Y es justo ahí cuando empieza el misterio, el enorme misterio a través del cual me convierto en alumna de todas esas personas. Con ellos aprendo de tomar riesgos, aprendo de apoyos, aprendo de disculparse por haber cometido un error, aprendo de aceptar que no sé cómo hacerlo. Con ellos aprendo lo importante de mirarlos, de no perder de vista sus recursos, sus habilidades, sus conocimientos.

Y de nuevo el riesgo. Alguien se atreve a mostarse ante el grupo, a mostrar sus miedos, a mostrar sus errores, Y para que eso suceda, alguien más se atreve a hablar de sí, a prestar su historia y ponerla al servicio del aprendizaje de los demás. Y uno más se atreve a escuchar mi sugerencia, a probar esta locura que le propongo. El es músico y terapeuta en formación. Y le propongo que haga música con lo que mira, con lo que le pasa al mirar a otros. Y lo hace tan bien...

Y entonces se convierte en mi maestro. Me da una gran lección de confianza porque ha tomado en cuenta mi sugerencia y se ha entusiasmado con ella. Recibo una lección de sensiblidad, de estar comprometido con la situación (como el self) y de dejarse empapar por ella. Y me enseña lo importante de mostrarse a otros, de mostrar lo que ha creado por, para y con otros.
Y me enseña a mirar con otros ojos, a traducir lo que se mira en notas musicales, en instrumentos en acción. Me enseña que la terapia también es música. Y más aún, me enseña que la música, y la terapia, también pueden escribirse. He aquí su música traducida en palabras:

"El tambor de notas solitarias que busca la cercanía de su necesidad de melodía.
Tambor de madera robusta, amorosa, vibrante de amor y fuerza.
Tambor que anhela la melodía del silencio.
Tambor que enamora a su compañera de acordes volátiles.
Tambor de guerrero seduciendo a la batalla, guerrero avanzando con la vibración de su corazón... pum pum pum... tocando la nota, dejándose tocar por ella... pum pum... tú y yo somos como la piel melodiosa de un tambor que le canta al universo."


Desde entonces, no ha dejado de ser mi maestro, ese maestro de quien he aprendido sobre posiblidades de despertar la sensibilidad, sobre confianza, sobre la importancia de mirar al otro y hacerle saber que lo miro. He aprendido sobre el poder de la palabra, de la mirada, del silencio, de exponerse y mostrarse.

He aprendido que cuando más dispuesta estoy a enseñar, es cuando más me toca aprender.

Es un honor ser tu alumna, Daniel.

24 de noviembre de 2008

Una semana sin palabras.
Una semana correteada.
Una semana de lágrimas.
Una semana de sustos de salud.
Una semana sin nada que contar.
Una semana preguntándome tantas cosas.
Una semana, y el calendario sigue avanzando.
Una nueva semana que inicia...

16 de noviembre de 2008

Cinco meses

Parece que ha pasado tanto tiempo, y en realidad sólo son cinco meses.
Parece que fue ayer, y ya pasaron cinco meses.

Hoy, enmedio del acelere de la vida diaria, enmedio de gente que me quiere, enmedio de la pasión con la que hago mi trabajo, enmedio de algunas risas, enmedio de lágrimas, entre los brazos de tu padre, te pienso, te recuerdo, y no pierdo la cuenta.

Cinco meses...
Y he vuelto a reír.
Y he vuelto a bailar.
Y sigo llorando.
Y sigo extrañando.
Y sigo aprendiendo a vivir con este profundo dolor.
Y he vuelto a tener esperanza.
Y le apuesto de nuevo a la vida.

Cinco meses, y el dolor no cesa.
Cinco meses, y el dolor fortalece.
Cinco meses, y aparece una luz al final del túnel.

Cinco meses, y tu ausencia sigue doliendo, mi querido Leonardo.

14 de noviembre de 2008

Felicidades, mi querido amigo.

Aún cuando nos ha tocado algo tan diferente
Aún cuando las palabras nos han abandonado poco a poco
Aún con toda la dificultad que tenemos
Aún con la tristeza de extrañarte tanto

Con todo eso, y gracias a eso,
mi amor por tí no se ha modificado
mi admiración sigue siendo enorme
mis ganas de estar cerca permanecen intactas
mi pensamiento va hacia tí todos los días.

Hoy es tu día, y te pienso como todos los días, a pesar de la distancia.

FELICIDADES, mi querido amigo.

12 de noviembre de 2008

Pérdidas


Hace tiempo perdí a mi papá.
Desde entonces no tengo mamá.
No tengo a mi bebé en mis brazos.
Mi Poggibonsi viaja cada vez más y más seguido.
Algunos amigos se han ido, o ahí siguen pero sin palabras, sin posibilidad de seguir acompañándome.
Desde el lunes, ya ni siquiera tengo Ginecólogo.

Estas ausencias me están haciendo sentir en la más cruda orfandad,
en la más silenciosa soledad.

4 de noviembre de 2008

Besos y abrazos de AR


Qué hermoso es que siempre que nos encontramos me recibes con un fuerte Hoollaaaaa!!!!!!
Cuando escucho tu voz me entusiasmo tanto. Tienes esa enorme capacidad de mover mi corazón, de ponerlo blandito, de hacerme más sensible. Y cuando acompañas el Hola!! con un enorme abrazo y un beso tronado, no puedo más que derretirme de amor por tí.

Mi chiquita hermosa, has sido una gran maestra para mí. Me has enseñado sobre amor incondicional, sobre espontaneidad, me has mostrado cómo tu presencia amorosa puede mover montañas. Me has mostrado el efecto sanador de una palabra, de un abrazo, de una mirada, de una caricia, del silencio.

Me has enseñado que cuando hay vínculos fuertes con alguien, TODO puede ser diferente. Hiciste la diferencia con mi Poggibonsi, le enseñaste a dejarse querer y a poner a prueba todas sus creencias y decisiones.

Me siento tan afortunada de que estés en mi vida, de que me quieras, de que nos quieras.
Sí, saberte cerca ha sido un hermoso regalo de la vida!!

3 de noviembre de 2008

Un momento con JM


Sí, sólo un ratito contigo basta para que mi vida entera empiece a transformarse. Cada vez que me miras a los ojos y me dices "IA" confirmo que nuestro vínculo se ha ido fortaleciendo desde que entraste a mi corazón y a mi vida.

No olvido aquél obscuro día en que mi corazón estaba profundamente herido y temeroso de salir al mundo, a ese mundo que en cada momento me recuerda mi gran pérdida. Ese día supiste lo que estaba pasándome, rodeaste mi brazo con el tuyo, recargaste tu cabeza en mí y volteaste a mirarme con esos ojos que me gritaban "Te entiendo, aquí estoy". Justo cuando tus ojos se cruzaron con los míos mi corazón dió un vuelco. Ese día se ha quedado tatuado en mi memoria, y cada vez que empiezo a extrañarte tanto me consuelo recordando tu mirada, tus bromas, tus juegos, nuestros recuerdos.

Gracias, mi chiquito hermoso, por invitarme a tu mundo y confirmarme que soy parte de él. Gracias por jugar conmigo, por reírte, por compartirme tus temores, por escuchar mis dolores. Gracias por invitarme a recordar mi pasado y compartirlo contigo, gracias por cuestionar mucho de lo que digo y hago. Gracias por confiar en mí y abrir tu corazón para que pueda asomarme por un momento. Gracias por echarte un clavado conmigo y hacer piruetas en el agua.

¿Sabes que eres un ancla que me obliga a amarrarme a la vida?
Pues sí, el tiempo contigo es una cadena que me atranca a la vida. Un momento contigo, corto o largo, nunca es suficiente para llenarme de tu sensibilidad y desear que cada segundo que comparta contigo sea suficiente pretexto para fortalecer nuestro lazo.

2 de noviembre de 2008

Ofrenda para los (muchos) muertos de la familia...


Este año la familia se ha vestido de luto varias veces...
Abue, Tere, Mario, Mar, Leonardo, Pat (en orden de desaparición)...
Mi madre ha decidido recordarlos con esta hermosa ofrenda...
Vaya, para ellos, nuestro recuerdo...